Poda del avellano: ¿cómo realizarla correctamente?

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Al igual que en el seto de olivo o de almendro, también en el caso de la poda del avellano podemos distinguir la poda de formación y la poda de producción. La poda de formación se realiza a lo largo del período vegetativo de los dos o tres primeros años (Figuras 10 y 11) y tiene por objetivo la multiplicación de las ramas para así ocupar el volumen asignado a cada árbol de la forma más rápida y efectiva (Figura 11). La multiplicación de las ramas se realiza por despuntes o pinzamientos repetidos en verde, entre 2 y 4 por año según variedad, vigor y longitud del período vegetativo.

El primer despunte se realiza de forma manual cuando los brotes del año alcanzan los 30-50 cm de longitud, dependiendo de la variedad y de su aptitud a la ramificación. Así en variedades con poca aptitud a la ramificación y de porte erecto , los despuntes se realizarán antes y en mayor número.

El segundo despunte y consecutivos pueden realizarse de forma manual con espada corta-seto, pero habitualmente se realizan de forma mecánica con una barra de discos o de doble cuchilla. En cualquier caso, será siempre necesario realizar de forma manual la poda entre árboles, donde no alcanza la cuchilla, en el período de formación (1-3 primeros años). Ello permite asegurar la multiplicación de las ramas y asegurar la ocupación del espacio entre los mismos de forma eficiente, especialmente en la parte baja de los mismos (Figura 11). Las primeras producciones se obtendrán en el tercer año y en el cuarto o quinto se alcanzará la plena producción.

poda del avellano
Figura 10: Vista frontal de la copa de los avellanos en seto al final de su segundo año (izquierda) variedades ‘Jefferson’ y ‘Tonda Gentile Trilobata’ (árbol derecha). Esquema de la ramificación en árboles adultos, indicando los despuntes realizados y la altura del árbol.

Poda de producción en el avellano

La poda de producción se realizará en árboles a partir del cuarto año y ya en plena producción. El objetivo es mantener constante el volumen de la copa a lo largo de los años y así mantener la eficiencia en el uso de las máquinas, de los inputs y de la mano de obra necesaria. En esta fase de producción, si el manejo de la plantación es el adecuado, el vigor de los árboles deberá estar controlado por lo que la energía del árbol deberá focalizarse principalmente en la producción y la preparación de la cosecha del año siguiente. Por supuesto se trata de una poda que a partir del tercer año es casi completamente mecanizada con discos o doble cuchilla tal como se indica en la Figura 11.

En árboles adultos deberá evaluarse la necesidad de la eliminación de forma manual ramas enteras (al igual que en el seto del olivo), para mejorar la distribución de luz en el interior de la copa, imprescindible para mantenerla productiva.

La poda del avellano será también necesaria en el caso de que el vigor del árbol disminuya demasiado y para sanear la copa de los árboles eliminando ramas secas, rotas o dañadas por la maquinaria. En cuanto a los momentos de realización de la poda de producción, es importante tener en cuenta el ciclo anual del avellano para saber cuándo tiene lugar el desarrollo floral y del grano. Las épocas de ocurrencia de dichos procesos en Oregón y en el suroeste de Francia, se indican en la Figura 12.

poda del avellano
Figura 11: Vista frontal de la copa del avellano en su primer, segundo año y en árbol adulto, indicándose los pases de poda manual o mecánica.

Si a las fases de desarrollo de la cascara y del grano expuestas en la Figura 12, se añaden las de crecimiento de los brotes, podemos observar de forma conjunta el ciclo vegetativo y reproductivo anual del avellano en la Figura 13. Las épocas de realización de la poda en verde en el período de formación no tienen más importancia al no interferir en la producción
y su objetivo es tan solo multiplicar el número de ramas para ocupar el espacio asignado a cada árbol.

En árboles en producción y como se acaba de exponer, la poda consistirá en mantener constante el volumen de copa mediante uno o dos pases de poda. El primer despunte será opcional y dependerá del vigor de la planta, de la variedad y de la producción.

Se realizará a finales de mayo-principios de junio, época coincidente con la fase de crecimiento de la cáscara (Figura 13), diferenciación y desarrollo de los amentos, la fertilización y desarrollo del fruto y formación del embrión (Figura 12). El segundo despunte es obligatorio y se denomina también de retorno. Se realizará después de la recolección (septiembre- noviembre) y su objetivo es mantener constante el volumen de copa en árboles adultos. Esta poda coincide con la fase de diferenciación de la flor femenina y desarrollo del estilo (Figura 12).

En principio y en base a las experiencias disponibles, la intervención o las dos intervenciones anuales de poda en verde mencionadas en árboles en producción no deberían interferir con ninguna fase crítica del ciclo de desarrollo de la flor o del fruto del avellano.

poda del avellano
Figura 12

Cabe recordar finalmente que las podas en verde por el hecho de eliminar parte de los brotes y hojas reducen la actividad fotosintética disminuyendo la disponibilidad de fotoasimilados por la planta, por lo que su efecto es debilitante, en particular la realizada en el mes de mayo. Después de la recolección este efecto es menor cuanto más se aleje de la misma dado que el crecimiento vegetativo ya ha finalizado.

Poda del avellano: forma y volumen de la copa

La forma de la copa unido a la densidad de plantación, definen el volumen de copa por unidad de superficie y por tanto la
producción potencial de la plantación. La fisiología del avellano es sustancialmente diferente a la del almendro como lo testimonian sus hábitos y fases de crecimiento (Figuras 12 y 13) y sus centros de biodiversidad como origen de ambas especies. Así, mientras el almendro es la típica especie constituyente de la trilogía mediterránea junto con la viña y el olivo, el avellano es la clásica especie atlántica.

El almendro presenta hojas pequeñas con una morfología diferencial en altura y con una superficie pequeña y de forma acicular que le permite una buena adaptación al estrés hídrico, típico de climas cálidos. Contrariamente, el avellano como especie típica de zonas húmedas de montaña y hábitat en el sotobosque se ha adaptado a captar la luz de forma eficiente disponiendo de amplias hojas. Dichas consideraciones, unidas al concepto diferencial de seto con respecto al del almendro en la mecanización de la recolección dan lugar a formas y volúmenes de copa muy diferenciados, tal y como se observa en la Figura 14.

El seto en almendro debe posibilitar la recolección con máquinas cabalgantes y ello obliga a trabajar con anchuras de seto de entre 80 y 100 cm y con una altura total de alrededor de 2,70-2,90 m. En avellano al realizarse la recolección por aspiración del suelo, la copa no presenta limitación alguna ni en achura ni en altura. Ésta deberá adaptarse solamente a la densidad de plantación establecida posibilitando el tránsito de la maquinaria de poda del avellano, del mantenimiento del suelo, de los tratamientos fitosanitarios y de la recolección.

variedades de avellano
Tabla 4: Clasificación de las variedades de avellano en función de su vigor (superior), porte (centro) y aptitud a la ramificación (inferior).
Fuente: Ellena et al., 2013.

Además, por ser esta copa más ancha que un seto de olivo o de almendro, ésta deberá adoptar una forma trapezoidal que
facilite la entrada de la luz al interior de la copa, tal y como se expone en las Figuras 11 y 14. El almendro se ha considerado como referencia en cuanto al concepto de seto. En concreto para la Figura 14 se ha elegido la denominada Versión 2 o V-2 con un marco de plantación de 3,25 x 1,25 que corresponde a un volumen de copa de 5.262 m3/ha (Iglesias, 2020).

En el avellano el marco de plantación propuesto para el modelo es de 4 x 2 m y una altura del árbol de alrededor de 3 m lo que equivale a un volumen de copa de 14.250 m3/ha. La distancia libre en la interlinea es de 1,5 m que posibilita el paso de la maquinaria.

La proyección vertical de la copa supone una superficie sombreada en árboles adultos próxima al 65% del total. Las dimensiones del seto y el marco de plantación expuestos podrán ir ajustándose en el futuro según localidades, condiciones edafo-climáticas, variedades y respuesta productiva. Ello requerirá un importante esfuerzo en investigación y desarrollo con el objetivo de conocer aspectos tan importantes como el volumen y la forma de copa óptimos, épocas de realización de la poda del avellano según variedades y los marcos de plantación a elegir y su interacción con la variedad.

costes del avellano
Tabla 5: Coste de plantación, costes de producción, recolección y procesado y su desglose para 1 ha de avellano en cultivo
tradicional y en el modelo intensivo.

Hábito de crecimiento del avellano

Como en la mayoría de especies leñosas, en el avellano se dan diferencias muy importantes entre variedades en lo
referido al hábito de crecimiento, vigor y ramificación (Figura 15). Así, la tipología del árbol es diferente, siendo el vigor de las plantas un factor de tipo genético. Esta característica, junto a los hábitos de crecimiento y la densidad de ramas o aptitud a la ramificación se exponen en la Tabla 4.

Al igual como ocurre en el almendro, para el avellano en seto, las variedades mejor adaptadas serán las de porte semi-erecto y expandido, de vigor medio y bien ramificadas. Así, un vigor medio permite una mayor facilidad de control en suelos fértiles o muy fértiles. La buena ramificación unido al porte abierto o semi-abierto permiten una ocupación más fácil del volumen asignado a cada árbol, con respecto a variedades poco ramificadas de porte erecto.

Se presenta una nueva propuesta o modelo para la producción del avellano en seto en alta densidad, de la que se dispone de referencias a nivel experimental con diversas variedades.

Poda del avellano: recolección

Se han expuesto anteriormente los criterios para el diseño de la plantación y para la conducción de los árboles en un seto de volumen más reducido con respecto al sistema tradicional, por el hecho de tratarse de menores distancias de plantación. Las dimensiones expuestas de mismo (Figura 15) habilitan una interlinea de 1,5 m de anchura que posibilita el uso de la maquinaria adecuada tanto para los tratamientos fitosanitarios, como para el mantenimiento del suelo y la recolección.

Ésta se realizará de forma totalmente mecanizada. En el avellano, la dimensión del seto es mayor a la del almendro, dado que la recolección no se realiza con máquina cabalgante por la peculiar fructificación y maduración de la avellana. Es por ello que las avellanas se recolectaran del suelo con los frutos caídos de forma natural del árbol.

Para evitar la excesiva permanencia en el suelo, con el riego que supone de enfermedades y de alteraciones en el color, la recolección se realizará normalmente en dos pases, aunque dependiendo de la variedad, en climas más lluviosos y húmedos pueden ser necesarios tres pases.

Para ello se utilizará una máquina barredora- ahileradora que situará la avellana en una hilera en el centro de la interlinea. A continuación, pasará una aspiradora que cargará la almendra y otros restos vegetales al remolque realizando una separación los mismos antes de caer a la caja.

desarrollo de la avellana
Detalle de los amentos y de la flor femenina (izquierda) y desarrollo de la avellana en las fases de crecimiento del grano (centro y derecha).

Producciones, costes e ingresos de la poda del avellano

La eficiencia productiva de la plantación, los costes asociados a la misma y el precio de venta de la avellana determinan la rentabilidad de la explotación. Los costes de producción en fincas modernas de Cataluña bien diseñadas y gestionadas en vaso tradicional (multi-tronco o mono- tronco) con un marco de plantación de 6 x 3 m se sitúan entre 2.030 €/ha y 2.650 €/ha, según se consideren o no los costes de amortización y de oportunidad. Su desglose se indica en la Tabla 5.

El coste de plantación, incluida la preparación del terreno, la plantación, los plantones, el tutor, el protector y la instalación del riego es de 5.500 €/ha. Se han considerado variedades poco sensibles a rebrotes o bien injertadas sobre ‘Dundee’ y un rendimiento en grano del 46 al 50%. Si se considera un precio medio para el productor de 2,1 €/kg de avellana cáscara (a partir de las cotizaciones medias de la Lonja de Reus, España) y una producción media anual de 2.000 kg/ha, el beneficio resultante sería de 2.170 y 1.550 €/ha. El coste de producción resultante oscila entre 1,01 y 1,32 €/kg de avellana cáscara.

Está claro pues, que la rentabilidad del cultivo va a depender básicamente de dos factores: la eficiencia en la producción que dependerá del productor y el precio de venta, ligado al mercado y a su capacidad de valorizar la avellana por las empresas participantes en la cadena de valor.

En la Finca de Porchina se obtuvieron en el tercer verde (2019) las primeras producciones significativas. Por ejemplo, con la variedad ‘Tonda di Giffoni’ éstas fueron de 1,2 kg/árbol, que con una densidad de plantación de 2.381 árboles/ ha equivale una producción de 2.857 kg/ ha de avellana cáscara. Con un marco de plantación de 4 x 2 m (1.250 árboles/ ha) la producción hubiera sido de 1.500 kg/ha.

poda del avellano
Nueva plantación familiar de avellano en Trabzon, área del Mar Negro (Turquía), marco de plantación 5 x 5 m (Fotografía izquierda, HCO Ferrero). A la derecha, nueva plantación en la región de Langhe (Italia), marco de plantación 5 x 4 m. Ambos países aportan el 75% de la producción mundial de avellana.

Los árboles habían ocupado una buena parte del espacio asignado pero el volumen final no se ha alcanzado todavía, por lo que, en plena producción a partir del quinto año de plantación, con variedades tradicionales o nuevas, plantaciones bien diseñadas y con un buen manejo, se esperan producciones de medias de 2.500 a 3.000 kg/ha-año, según variedades. Se trata de datos preliminares de producción en seto, que habrá que ir contratando en los próximos años para las diferentes variedades y localidades. Los costes de plantación y los costes anuales asociados al modelo intensivo, se exponen en la Tabla 5 en comparación con el vaso tradicional de plantaciones modernas.

El coste total, sin considerar la amortización ni la renta de la tierra, son inferiores en el modelo intensivo, por la mayor mecanización de la poda y por la mejora de la eficiencia de los tratamientos fitosanitarios. El coste total es similar en ambos sistemas, mientras que el coste de plantación es superior en el intensivo por la mayor densidad de plantación, pero la entrada en producción es más rápida y se alcanza en el 5º en lugar del 8º año en el sistema tradicional.

Puede concluirse, que la intensificación en avellano permite, al igual que en otras especies frutícolas, reducir el período improductivo y disminuir los costes de producción gracias a la mecanización de la poda del avellano y a la mejor eficiencia de los tratamientos fitosanitarios y de otros inputs.

Al final, al igual que en el sistema tradicional, en el sistema intensivo propuesto las producciones obtenidas junto a los costes de producción y el precio de venta van a determinar la rentabilidad del cultivo.

Conclusiones

En España el cultivo del avellano es minoritario si se compara con otras especies de frutos secos. Las zonas de cultivo son muy específicas y presentan una larga tradición que, desde el punto de vista de tecnología del cultivo, incluidas variedades, ha experimentado un menor progreso con respecto a otras especies.

Se cuenta con extensas áreas potencialmente aptas para su cultivo, así como de disponibilidad de agua. Una vía por tanto de mejora es la innovación para transitar hacia plantaciones más eficientes productivamente, con un mayor grado de mecanización y una mayor rentabilidad, que pasa por la intensificación de las plantaciones, la mejora del manejo, de la mecanización y de la calidad final del producto.

Se presenta una nueva propuesta o modelo para la producción del avellano en seto en alta densidad, de la que se dispone de referencias a nivel experimental con diversas variedades. Será preciso en los próximos años contrastar a escala comercial el potencial productivo, la tecnología aplicar y el comportamiento agronómico con las principales variedades.

Las producciones esperadas se han considerado superiores al sistema tradicional debido a la mayor eficiencia del sistema y de los inputs productivos, a lo que se pueden unir las nuevas variedades más productivas, aunque este hecho deberá confirmarse.

poda del avellano

La base del sistema, como en otras especies, lo constituye el aumento de la densidad de plantación. Ello permite, además de una mecanización integral del cultivo, reducir el período improductivo y disponer de árboles con volumen de copa más reducido y controlado con respecto al sistema tradicional, con una mayor eficiencia en la intercepción de luz y en el uso de los inputs, en particular de los tratamientos fitosanitarios, agua, fertilizantes, mano de obra y más sostenible desde el punto de vista ambiental.

La opción productiva del avellano intensivo en seto, supone una innovación interesante al tratarse de un fruto seco con un consumo y con una demanda creciente a escala global, superiores a la producción. Importantes empresas transformadoras de numerosos países precisan de un suministro consistente, con calidad garantizada, mientras que otras de menor dimensión apuestan por el sello “local”. Se trata, en definitiva, de reinventar el cultivo del avellano con un sistema de producción alineado con el de otros cultivos.

 

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