Retos y ejemplos en la producción frutícola y en el consumo alimentario
Resumen
En la primera parte del artículo se describen los aspectos más importantes referentes al “Pacto verde” y la estrategia de la “Granja a la mesa” de la Unión Europea, con la ambición de liderar las políticas verdes a escala global y mediante una producción y una cadena alimentaria eficientes, hacer frente a la crisis climática y la protección del medio ambiente. Dicha estrategia tiene como objetivo alcanzar una mayor sostenibilidad de la cadena de valor alimentaria, desde el productor hasta el consumidor, con implicaciones directas en los productores.
La mayor sostenibilidad en la producción agrícola se pretende alcanzar con una mayor eficiencia en el uso de los inputs, el incremento de la producción ecológica y el fomento de la biodiversidad, gracias a la aplicación de los eco-esquemas como base de dicha estrategia para el tránsito a una Europa más verde. El sector productor deberá seguir adoptando innovaciones tecnológicas para una agricultura cada vez de mayor precisión o “Smart Agriculture” que posibiliten reducir el impacto ambiental, ofrecer alimentos de alto estándar cualitativo y satisfacer las demandas de la sociedad y de los consumidores.
Se exponen los conceptos de eficiencia y sostenibilidad en especies frutales que pasan por la intensificación, con ejemplos de eficiencia y sostenibilidad en frutales y en olivo. Se finaliza con diversas referencias con respecto a las tendencias de consumo alimentario en el horizonte 2050, con una importancia creciente de la alimentación saludable y el incremento previsible del consumo de proteínas de origen vegetal como son los frutos secos, la fruta fresca y las leguminosas.
Introducción
La agricultura, o el sector agroalimentario en sentido más amplio, se encuentra desde hace décadas inmerso en un proceso constante de innovación tecnológica para adaptarse a las exigencias cambiantes de la sociedad, de los consumidores y del medio ambiente. La innovación deberá aportar la tecnología necesaria para incrementar la eficiencia en el proceso productivo, en la transformación, en la logística de transporte y en la distribución.
Con respecto a las exigencias de la sociedad, destacar que está cada vez es y será más sensible a los aspectos ambientales por la preocupación creciente por la crisis climática y su efecto en la disponibilidad alimentaria y en el futuro del planeta. Estos cambios afectaran de forma directa a los hábitos de compra, con una preferencia creciente por lo local y ecológico, percibido como más sostenible ambientalmente y para las rentas de los productores.
Como consumidores, los aspectos de alimentos saludables, calidad gustativa, facilidad de consumo y precio razonable serán los “drivers” del futuro.
El “Pacto verde” y la estrategia “De la granja a la mesa”
El giro verde de la política comunitaria en los últimos años tendrá un efecto directo en el sector agrario, tanto en lo referido a su capacidad y necesidad de adaptación tecnológica, como en su competitividad en los mercados globales y comunitarios (Massot, 2020); aspecto ajeno a la controversia, como lo evidencia el reciente informe elaborado por el USDA de Estados Unidos. La hoja de ruta del sector agrario va a estar condicionado por los requisitos de sostenibilidad ambiental en la producción de alimentos que constituyen la nueva arquitectura verde de la PAC en el marco del Pacto verde (Figura 1).
Y todo ello, porque la Comisión considera urgente la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles, dado que son uno de los principales causantes de la crisis climática y de la degradación del medio ambiente, hecho discutible a la vista de las cifras de emisiones por sectores expuestos en la Figura 2.
La producción de alimentos impacta en el clima y en el medio ambiente por las emisiones de gases de efecto invernadero generados. Para la agricultura representan tan solo el 17,3% de las emisiones totales de la UE, tal y como se observa en la Figura 2. El sector del transporte, junto a las emisiones procedentes de las urbes representan el 60% de las emisiones totales.
En la reunión de los países firmantes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Coop-25 o Conferencia de las Partes por sus siglas en inglés, de Madrid en diciembre de 2019, la UE se postuló como el bloque económico-social pionero en el mundo por la lucha contra la crisis climática y las políticas verdes para la transición a una “Europa Verde”, anhelada cada vez más por la población urbana y por los “lobbies ambientalistas” con un poder creciente en las decisiones políticas comunitarias.
El Parlamento Europeo aprobó el pasado mes de octubre de 2020 el Reglamento sobre la Ley europea del clima que en estos momentos está en discusión y pendiente del acuerdo entre la Comisión, el Consejo y el propio Parlamento (los denominados trílogos). Dicha Ley tiene por objeto convertir en legislación el objetivo establecido en el Pacto Verde Europeo para que la economía y la sociedad europeas sean climáticamente neutras en el año 2050 y la reducción de las emisiones en un 60% en el año 2030, con respecto a las de 1990.
Dichas actuaciones se consideran necesarias y urgentes para contener el aumento global de temperatura en el horizonte 2030 en 1,5ºC con respecto al 2015. El Pacto Verde Europeo o “Green Deal”, es transversal para todos los sectores de la economía de la UE. En el sector agroalimentario, la Comisión Europea presentó en mayo de 2020 lo que la Comisión considera como el corazón del Pacto verde y que es la estrategia denominada “De la granja a la mesa” o “From farm to fork”. Sus objetivos se exponen en la Figura 3, con un denominador común en todos los eslabones la cadena alimentaria (desde el productor al consumidor): la apuesta por la sostenibilidad.
Esta estrategia afecta a productores, consumidores, clima y medio ambiente y sus objetivos son:
- Reducir la huella de CO2 que tiene la producción de alimentos en el clima y el medio ambiente (Figura 2).
- Reconciliar la cadena de producción, procesado, distribución y consumo de alimentos con las necesidades del planeta en términos de protección del clima y del medio ambiente.
La aplicación de la estrategia de la granja a la mesa se materializa actualmente en una serie de recomendaciones que la Comisión acaba de remitir a los Estados Miembros sobre el contenido de los Planes Estratégicos Nacionales (PNE) que deben remitir los Estados miembros a la Comisión, a mitad de junio de 2021, para su aprobación. Estas recomendaciones suponen que el contenido de los PNE debe alinearse con todos los objetivos relacionados con el cambio climático y sus acciones de adaptación y mitigación a llevar a cabo por el sector agroalimentario.
La propuesta se centra en el uso más eficiente de inputs en el proceso productivo, en particular de aquellos que pueden tener un efecto más perjudicial en los agricultores, consumidores y medio ambiente, y en el impulso de la producción ecológica.
La Comisión considera como necesidad urgente la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles, dado que según su opinión son uno de los principales motores de la crisis climática y de la degradación del medio ambiente. En el ámbito de la agricultura, deberá reducirse de forma urgente la dependencia de plaguicidas, reducir el exceso de fertilización, aumentar la producción procedente de la agricultura ecológica y revertir la pérdida de biodiversidad.
Para ello se establecen cuatro objetivos concretos:
- Reducción de plaguicidas químicos en un 50% en el horizonte del año 2030 con respecto al año 2020.
- Reducción en el uso de fertilizantes en un 30% en el mismo horizonte.
- Incremento de la superficie cultivada en producción ecológica del actual 9% (2020) al 15% en el año 2030.
- Revertir la pérdida de biodiversidad.
La reducción de inputs en el proceso productivo, el incremento de la superficie ecológica y de la biodiversidad, se realizará a través de la nueva PAC con la aprobación por la Comisión de los Planes Estratégicos Nacionales que contarán, como parte nuclear con un menú de “Eco-esquemas”. Los eco-esquemas, constituirán un nuevo régimen de pago a los agricultores para promover la protección del clima y del medio ambiente mediante el presupuesto de los estados miembros. No están relacionados ni son equivalentes al pago verde; los requisitos son parecidos a las medidas agroambientales del segundo pilar de la PAC (Figura 4), actualmente vigentes.
Los estados miembros decidirán el contenido de los eco-esquemas y los pondrán a disposición de sus agricultores. Serán obligatorios para el país miembro, pero voluntarios para los productores que podrán acogerse a uno o varios. Los eco-esquemas son compromisos anuales, año tras año, que ofrecen una nueva posibilidad para utilizar una parte del presupuesto de la PAC en la protección del medio ambiente y del clima.
Ello se materializará con la concesión de pagos directos como incentivo a los agricultores que adopten compromisos ambientales mediante la aplicación prácticas beneficiosas para el clima y el medio ambiente, para una transición hacia una agricultura más sostenible.
Los estados miembros tendrán la libertad para fijar tanto los contenidos como el importe de dichas primas que se incluirán en el Pilar-1 de la PAC, tal como se observa en la Figura 4. La PAC de los años 2021 y 2022 será de transición hasta la nueva PAC 2023-2027. En el periodo 2021-2027 se contará con un presupuesto plurianual aprobado en diciembre de 2020 de 390.000 millones de €, de los cuales 7.500 millones corresponden al fondo de recuperación Europeo “Next Generation UE”. De este importe total 47.700 millones (el 12 %) corresponden a España. El 30% del presupuesto total se destinará a medidas para la protección del medio ambiente y para abordar la crisis climática.
En el Plan Estratégico de la PAC post-2020, en función de las necesidades detectadas, se establecen los objetivos medioambientales específicos y se definen por el MAPA el listado de eco-esquemas, consensuados con el sector, que se aplicarán en la nueva PAC 2023-2027. En el borrador del MAPA de febrero de 2020 figuran inicialmente 8 eco-esquemas que deberán consensuarse con las Comunidades Autónomas para su posterior aprobación e inclusión en el PEN de España.
Como ejemplo del objetivo de reducción de plaguicidas, mencionar el Eco-esquema nº6: “Fomento de aplicación de planes individuales de uso sostenible de productos fitosanitarios”, que se enmarca en el Objetivo Específico nº8: “Promover prácticas agrícolas que contribuyan a la reducción y optimización del uso de insumos tales como los productos fitosanitarios, fertilizantes minerales, agua o energía”.