¿Pueden las estrategias de sostenibilidad aumentar la rentabilidad de las explotaciones?
Los conceptos, huella de carbono, mitigación de emisiones y secuestro de carbono, son términos que han irrumpido en las vidas de muchos técnicos y productores en los últimos tiempos y que les preocupa y genera curiosidad, ante lo desconocido y ante lo que puede suponer de obligatorio y de coste asociado
A toda esta incertidumbre se unen las diferentes metodologías, registros y enfoques en España e internacionalmente, que no ayudan a clarificar y generar confianza , pero, no hay que alarmarse, existen herramientas para facilitarles la transición y la incertidumbre está en vías de solucionarse.
Un aspecto importante a destacar es que la actitud del productor y su estrategia de producción van a marcar su desempeño ambiental y su rentabilidad directa e indirecta de dicho desempeño, la cual, en contra de lo que se pueda pensar, no va a ser voluntaria y va a ir de la mano de las exigencias que gobiernos y mercados le van a ir imponiendo. Es un hecho que la producción va a tener que enfocarse de aquí en adelante, más aún si cabe de lo que se está haciendo, hacia técnicas de aumento de la sostenibilidad y mitigación de emisiones, ya que estamos ante una emergencia climática y existe la obligatoriedad administrativa de reducir el 30% de emisiones en 2030 y ser neutros en 2050, por las medidas de “Green Deal” europeas. Al igual que los mecanismos de producción integrada son hoy en día la manera de gestionar la sanidad de las explotaciones, las medidas de mitigación de emisiones lo serán antes de lo que creemos. Estamos viendo como los efectos del cambio climático están sorprendiendo a los modelizadores de previsiones, por su celeridad y virulencia, por lo que las medidas de mitigación van a endurecerse en consecuencia.
Reducción y gestión de emisiones
A nivel mundial la agricultura supone alrededor del 15% de las emisiones de CO2 y en torno al 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero distintos de CO2 (metano y óxido nitroso), según un informe de IPCC de 2022. A esto hay que unir la perdida de carbono orgánico del suelo (COS), por efecto de las prácticas agrícolas, con el agravante de que, además, ese carbono, constituye una gran fuente de secuestro de C. El informe de IPCC de 2022 ha revelado que los fenómenos extremos relacionados con el calentamiento global tendrán consecuencias nefastas irreversibles, ya que no se han tomado las medidas suficientes por parte de los gobiernos para mitigar los gases de efecto invernadero.
Por todo ello se prevé que la agricultura va a ser uno de los sectores más regulados y que, en los próximos meses, se produzca el desarrollo legislativo de los mecanismos que regulen las medidas a adoptar, su gestión, control y obligatoriedad. Paralelamente y a nivel de mercados de inversión, el Banco Central Europeo ya establece límites de financiación e incluye cómo riesgos no financieros los desempeños ambientales, no financiando inversiones que no justifiquen una reducción de sus emisiones en, al menos, un 50%, junto a otros paquetes de requerimientos de enfoque ambiental, cómo la gestión del agua. Y cómo no podría ser de otra manera, el mercado ya está respondiendo y los clientes ya están exigiendo a los productores la contabilidad de su huella de C y sus medidas de mitigación de emisiones a corto y medio plazo.
Por tanto, la hoja de ruta pasa por reducir emisiones de GHG en las explotaciones, llegar a ser neutros, y a ser posible, vender el secuestro cuando esté regulado para todos los cultivos. Pero surge la duda generalizada de cómo abordar esa contabilidad, mitigación y secuestro. Respecto a la cuantificación inicial, se deben seguir las recomendaciones para él cálculo de la huella de C que quedan recogidas en la norma ISO 14064-1, GHG Protocol o PAS 2050, que expresan la huella de Carbono, en toneladas o kilos de CO2eq, ya que incluyen las emisiones de todos los gases de efecto invernadero. Si se estudian en detalle los sistemas agrarios, vemos una fuente de emisiones por la maquinaria en las labores, el uso de abonos y pesticidas, prácticas de cultivo no adecuadas y cambio del uso del suelo, entre otras, cobrando más importancia la emisión de metano (CH4) y de óxido nitroso (NO2), que son la mayor componente de esta huella.
Optimización y gestión de labores
En este sentido, la mitigación de emisiones y la reducción de la huella de C viene de la mano de una adecuada gestión de labores y optimización en el uso de esos insumos. En este momento, la tecnología puesta en el mercado y la transferencia de resultados de investigación se encuentran en un momento de madurez y contraste comercial a disposición de los productores, en el que podemos encontrar, por ejemplo, maquinaria adaptada a chasis múltiples que permiten simultanear labores, reduciendo el consumo de combustibles, herramientas digitales integradas con equipos de pulverización capaces de reducir pases y aportaciones de fitosanitarios, así como el uso de tecnología de riego subterráneo que optimizan los aportes localizados de fertilizantes en zonas radiculares efectivas o el uso de plataformas de ayuda a la toma de decisión en la gestión del riego y la fertilización, con el uso de sensores y algoritmos basados en la investigación, como la plataforma IRRIMAN , que están consiguiendo, en explotaciones comerciales, ahorros de fertilizantes en un 21% y en un 35% en emisiones de GHG, siendo estas algunas de las estrategias que pueden acompañar a los productores en su camino a la sostenibilidad de sus explotaciones.
Pero no debemos olvidar que la agricultura puede ser también un importante sumidero de CO2 si se promueve de manera adecuada la captura del carbono orgánico del suelo mediante prácticas de agricultura de conservación como el aporte de materia orgánica o restos de poda, uso de cubiertas vegetales y prácticas de no laboreo, o del secuestro en la biomasa a través de la fotosíntesis. Numerosos autores han cuantificado estos sumideros y han estimado que, con una buena gestión, los sistemas agrícolas podrían llegar a mitigar todas sus emisiones o incluso hasta ser negativos, secuestrando más que emitiendo, ya que se ha valorado un secuestro de la agricultura de unas 0,5 Gt CO2eq·año-1 para 2030. Por todo ello, se ha empezado a plantear el incluir los sistemas agrícolas dentro de los mercados voluntarios de C y con ello generar un ingreso extra a los agricultores derivado del secuestro realizado por sus cultivos y sus cubiertas o cultivos intercalados. En este momento, en la UE, estas medidas solo se contemplan para cultivos extensivos y pastizales y de una manera descentralizada y sin regulación institucional.
Regulación y medidas de mitigación
Por tanto, nos encontramos con Gt de carbono secuestrado no contabilizado y no valorado, muy posiblemente debido a su baja estabilidad y a la disparidad de criterios entre el entorno científico y el mercado de C. Es por todo ello que, desde la UE, se está trabajando con todos los agentes intervinientes, intentando recoger, con pautas robustas, las bases para la contabilidad, registro y auditoría del C agrícola. Destacar que, en este sentido, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ya ha informado sobre el apoyo a la UE en el establecimiento de un marco regulatorio para que la agricultura permita certificar tanto la reducción de emisiones como el secuestro de carbono, pudiendo así aprovechar el gran papel que la agricultura puede aportar en la contabilidad nacional y europea.
Resumiendo, en contestación a la pregunta de la relación existente entre la sostenibilidad y la rentabilidad, solo cabe una respuesta posible: sí, por supuesto que sí. Un sistema agrícola productivo sostenible implica un sistema en equilibrio que aprovecha todos sus recursos endógenos como el desarrollo microbiano del suelo que, a la vez de secuestrar carbono, proporciona nutrientes, oxigenación y reducción de la erosión, una biodiversidad generada por la fauna auxiliar refugiada en los nichos de cubiertas vegetales y cultivos intercalares o setos a la vez que un ingreso extra en caso de cultivos intercalares o cubiertas vegetales aprovechables. Así como el beneficio de las estrategias exógenas de gestión mencionadas, que minimizan el uso de insumos, combustibles, agua, fitosanitarios y fertilizantes. Quedando a la espera de poder implementar beneficios económicos por la adicionalidad de estas medidas sobre la mitigación y el secuestro de C.