El progreso de la mejora genética en frutales

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¿Cómo serán las variedades y patrones en el Horizonte 2040?

Según datos de 2019, las especies de fruta dulce y de frutos secos ocupaban en España 194.414 ha y 763.717 ha, respectivamente, con una superficie total de 958.131 hectáreas.

Introducción

Su aportación a la Producción Final Agraria fue del 18% (exceptuando vino, mosto y aceite de oliva), posicionándose muy cerca de las hortalizas con el 19%. Su producción ha experimentado cambios sustanciales en las últimas décadas en la tecnología de producción. Esto ha requerido una adaptación constante a los requerimientos tanto de la producción, como ambientales, de la distribución y de los consumidores. En la Unión Europea el escenario presente y futuro hay que enmarcarlo de forma unívoca en la adaptación a los requisitos de sostenibilidad ambiental impuestos en el marco del ‘Green Deal’ y de las estrategias ‘de la granja a la mesa’ y de la ‘biodiversidad’ que se aplicarán en la nueva PAC 2023-2027 (Iglesias, 2021a).

Entre otros objetivos establecidos, se encuentra la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero en el ‘Horizonte 2050’ y en una reducción del 55% en el ‘Horizonte 2030’. Sin embargo, además de las consideraciones de sostenibilidad ambiental hay que tener en cuenta las exigencias de los consumidores en aspectos como la funcionalidad, la comodidad de consumo, la proximidad o la calidad gustativa. Y por supuesto, sin olvidar la sostenibilidad de las rentas de los productores, sin la cual no hay futuro para el sector productor.

La producción de fruta, ya sea dulce o de frutos secos, se basa en tres pilares fundamentales. El primero lo constituye el
material vegetal, incluyendo patrones y variedades. El segundo la elección del sistema de conducción más adecuado para las condiciones edafo-climáticas y para cada combinación específica variedad/patrón. El tercer pilar lo constituye la tecnología de producción que incluye a los viveristas multiplicadores para la producción de planta de calidad, a los productores y a la tecnología de producción (riego, abonado, tratamientos, recolección, etc.).

frutales de hueso

Tecnología

Esta tecnología en su conjunto deberá estar encaminada a un uso eficiente de los inputs en el proceso productivo lo que supone un menor coste de producción y una mayor sostenibilidad ambiental y de las rentas de los productores. La innovación tecnológica se basa fundamentalmente en los avances en la mecanización, la sensórica o la monitorización, amén en un futuro de la robótica (Iglesias, 2021a).

Son numerosas las referencias disponibles, tanto en fruta dulce como en frutos secos, que indican que aunando el progreso de la mejora genética en patrones y variedades con la innovación en la tecnología de producción son claves para el tránsito hacia la eficiencia en el uso de inputs y la intensificación sostenible (Iglesias, 2020; Iglesias et al., 2021a y b; Willet et al., 2019). La disponibilidad de planta (patrones y variedades) de alta calidad genética y sanitaria, unido a su óptima adaptación a las diferentes zonas de cultivo, constituye el punto de partida para una innovación eficiente en fruticultura.

Las mejores variedades posibilitarán una producción cada vez más sostenible ambientalmente mediante la incorporación de resistencias a plagas y enfermedades y también mejor adaptadas a las exigencias de los consumidores, y al cambio climático. En patrones, la mayor sostenibilidad vendrá por su mejor adaptación a las condiciones edáficas, con pH básico o ácido, salinidad, sequía o encharcamiento, eficiencia en el uso del agua, capacidad de control del vigor y volumen del árbol, alta eficiencia productiva e incorporación de resistencias a enfermedades y plagas (replantación, enfermedades del suelo, nematodos, pulgón lanígero, etc.).

En el presente artículo, se describen los aspectos más destacables referentes a la aportación de la mejora genética de patrones y variedades en especies frutales con la mirada puesta al ‘Horizonte 2040’.

Los retos de la innovación en material vegetal

La mejora genética de frutales ha aportado soluciones a algunos de los retos planteados, como por ejemplo las nuevas variedades de manzano adaptadas a climas cálidos, las nuevas variedades autocompatibles de albaricoquero, almendro y cerezo, o las variedades de almendro de floración tardía. Pero a pesar de estos avances muchos son los retos que quedan por delante y a los que las nuevas variedades del año 2040 deberían hacer frente.

Entre ellos, podríamos destacar (i) la sostenibilidad, que incluiría la adaptación a un abanico cada vez más reducido de productos fitosanitarios, fertilizantes inorgánicos y a las tecnologías de cultivo coherentes con la conservación de suelo, (ii) la adaptación al cambio climático, que incluiría la adaptación a nuevos escenarios de temperatura y pluviometría, y que implicará el aumento de la rusticidad y resiliencia en patrones y variedades, (iii) la resistencia/tolerancia frente a las plagas y enfermedades emergentes en dichos escenarios, (iv) la adaptación a las nuevas tecnologías, que incluye tanto las nuevas tecnologías de mecanización, y que suelen llevar cambios en cuanto a la arquitectura del árbol, como las nuevas estrategias de mejora basadas en marcadores moleculares.

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Y todo ello sin perder nunca de vista (v) la buena calidad del fruto, que implica mantener o aumentar la calidad sensorial, la presentación y la vida postcosecha, así como el desarrollo de nuevas tipologías de fruto que permitan aumentar el consumo.

Traducción de los retos en caracteres a integrar en las nuevas variedades y patrones de las diferentes especies

Si intentamos concretar a nivel de especie, para el manzano podríamos destacar la relocalización del cultivo de variedades actuales con falta de coloración y el desarrollo de otras nuevas con alta calidad y adaptadas a climas cálidos, la resistencia al moteado, al Penicillium spp. y al fuego bacteriano, y nuevas tipologías con pulpa roja. Sobre el peral, también podríamos destacar la resistencia al moteado y fuego bacteriano, así como los cruzamientos interespecíficos entre variedades europeas y asiáticas para integrar las mejores características de ambas especies.

En melocotonero, se deberían incorporar e integrar resistencias a varias enfermedades como la moniliosis, la sharka, la podredumbre negra (Xanthomonas) o el oídio, mejorar la vida del fruto en postcosecha y desarrollar nuevas tipologías de pulpa roja o piel verde en variedades de manzana tipo ‘Granny Smith’. Sobre el albaricoquero, podríamos incluir avances en la resistencia a sharka, disminución de la acidez en las nuevas variedades y en la introducción de variedades autocompatibles. En cerezo y en ciruelo, la ampliación de la época de maduración y la disminución de los requerimientos de frío, así como la introducción de nuevas variedades autocompatibles. Cerezo, aquí además deberíamos añadir la resistencia al rajado de frutos y a moniliosis. En almendro, se están estudiando los caracteres asociados a la calidad de fruto y la resistencia a enfermedades fúngicas de gran incidencia en nuevas áreas de expansión, así como el porte y arquitectura de los árboles para los nuevos sistemas de cultivo (Montesinos et al., 2021).

 

Iban Eduardo1, Pere Arús1, Ramón Dolcet-Sanjuan2, María José Rubio-Cabetas3-4, María Ángeles Moreno5 e Ignasi Iglesias6

1 IRTA-CRAG Bellatera, 2 IRTA-Fruitcentre, 3 Unidad de Hortofruticultura. Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), 4 Instituto Agroalimentario de Aragón – IA2 (CITAUniversidad de Zaragoza), 5 CSIC-Estación Experimental de Aula Dei, 6 Agromillora Group.

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