“La innovación y la sostenibilidad son el futuro del vino, sin perder nuestra identidad cultural”
Entrevista a Toni Albiol, nombrado uno de los top 10 Sommeliers de España
Conversamos con Toni después de la cata a ciegas que lideró en el fórum “Dichoso mildiu”, celebrado en el Museo del Txakolí: una innovadora cata a ciegas de vinos PIWI, que se compararon con vinos convencionales para demostrar el potencial organoléptico de estas nuevas variedades de “super uvas”, resistentes a los hongos.
Toni Albiol, sumiller y director técnico de enoteca DIVINS, trabaja en el sector de los vinos desde hace casi 30 años. Finalista en “la nariz de oro”, fue nombrado mejor Sommelier de Cataluña en 2023, tercero de España en el mismo año y Top Ten Mejor Sommelier de España 2024.
¿Cómo han evolucionado las preferencias de consumo y qué se valora más a la hora de elegir un vino?
Los perfiles de consumidores son muy variados. Algunos buscan una calidad excepcional y están dispuestos a invertir en ello, mientras que otros se guían por el nombre de la bodega o la apariencia de la etiqueta. También existe una clara diferencia generacional:
Los consumidores mayores suelen valorar más la calidad y se pueden permitir pagar por ello. Los jóvenes tienden a optar por vinos más asequibles y accesibles.
Un desafío importante es conectar con las nuevas generaciones, que en muchos casos no se han acercado al vino. El sector debe trabajar en estrategias efectivas para motivar y educar a este público sobre la riqueza y la cultura del vino.
Los vinos de variedades PIWI son más sostenibles, menos tratamientos, más respetuoso con el medio ambiente… ¿crees que este es un aspecto relevante que suma en la elección del consumidor?
El consumidor (y ni siquiera muchos viticultores) no conocen todavía las variedades PIWI, hay mucho trabajo por hacer. El recorrido desde la investigación hasta la aceptación es largo. Desarrollo de la variedad, burocracia, registros… además de conseguir con estas variedades los valores organolépticos que se desean. En otras zonas de Europa ya se están elaborando vinos de variedades PIWI con cierto éxito, pero por ahora en España, es algo tan novedoso que llama la atención a viticultores que van muy “avanzados” o cuando se requiere por necesidad, en zonas muy afectadas por enfermedades fúngicas, como por ejemplo ahora en la Bizkaiko Txakolina. En las variedades resistentes el impacto de fitosanitarios queda más reducido y yo creo que en la sociedad actual estos vinos tendrán su lugar, porqué se tiene que seguir avanzando hacia la sostenibilidad.
“Es importante transmitir que los PIWI no son una amenaza para las variedades tradicionales, sino una solución complementaria para adaptarse a los desafíos climáticos y agronómicos.”
¿Encuentras algún rasgo organoléptico especial en estas variedades en comparación con las tradicionales?
En vinos jóvenes, las variedades PIWI tienen mucho potencial. En la cata realizada, había vinos muy bien elaborados y muy correctos. Se han comparado vinos de variedades PIWI contra vinos de variedades tradicionales y eran vinos con ciertas similitudes. Incluso recuerdo un caso en el que había un diferencial de cosecha (variedad tradicional cosechada en 2023 y variedad PIWI en 2024), y el vino PIWI tubo más personalidad y presencia en la cata, con aromas primarios bien mercados. Los vinos se expresaron muy bien.
¿Qué estrategias consideras clave para educar a los consumidores sobre estos vinos?
La clave está en la comunicación y la experiencia directa. Organizar catas, catas a ciegas y explicar el concepto detrás de las variedades PIWI es fundamental: buscar la resistencia de la planta para tener que realizar menos tratamientos en busca de un producto final mucho más sostenible. Es importante transmitir que los PIWI no son una amenaza para las variedades tradicionales, sino una solución complementaria para adaptarse a los desafíos climáticos y agronómicos.
“El vino es cultura e historia, pero también es innovación”
¿Cómo imaginas el futuro de la viticultura en 20 años y el papel que jugarán las variedades PIWI?
La evolución dependerá de las necesidades de cada región. Con el cambio climático, es imprescindible investigar variedades que resistan tanto las consecuencias de la sequía como las enfermedades derivadas de lluvias intensas. El futuro de la viticultura pasa por la innovación, pero también por el equilibrio: respetar lo tradicional mientras se abren puertas a soluciones sostenibles y eficaces.
Hay una cuestión cultural histórica de las variedades autóctonas y en algunas zonas se percibe miedo a perder esa identidad. En mi punto de vista, todas las ayudas que pueda haber para que el viñedo se mantenga sano, se mantenga vivo, y se adapte a los cambios que puede haber en el clima son bienvenidas.
No hay que volverse loco, no hay que intentar destruir lo que ya hay. Es una complementariedad para lo que no funciona. La evolución pasa por la innovación y por aportar soluciones nuevas.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir a los amantes del vino sobre estas variedades?
El vino es cultura e historia, pero también es innovación. No debemos temer la inclusión de variedades PIWI, siempre que sean reguladas. Al final, lo importante es mantener la calidad y ofrecer al consumidor vinos bien elaborados.
El mundo del vino es abrir la mente, estar dispuesto a probar cosas nuevas… pero hay una cuestión histórico-cultural que la mayoría de los consumidores tienen arraigada y esto es difícil de cambiar. El cambio tiene que ser progresivo y empezar con una regulación para las variedades PIWI que ponga orden, y que limite el tipo de variedades, pero sin cerrar la puerta a nada.
En definitiva, abrir puertas. El futuro pasa por buscar soluciones y crear cultura, que la gente beba vino y que las próximas generaciones sigan y aprendan la cultura del vino y que se consuma con responsabilidad.